Llénate de confianza y pensamientos de éxito porque El Señor multiplica todo lo que piensas.
Llénate de confianza y pensamientos de éxito porque El Señor multiplica todo lo que piensas. Ámalo y hónralo con tu mente y corazón.Lucas 10:27 nos habla sobre el amor: Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Ama a Dios con lo que eres y con todo lo que tienes. Es igual en un matrimonio. Una persona se me acercó y me dijo que a una mujer no se le daba ni todo el amor ni todo el dinero, pero yo le respondí que estaba equivocado porque ninguna mujer es feliz si le falta una de esas dos cosas. Nuestra relación con Dios es similar, hay que amarlo con todo, sin reservas.
Además, no puedes decir que amas al Señor sino amas al prójimo y a ti mismo. Es imposible amar al creador y no a sus criaturas, empezando por ti, que eres Su hijo. Nadie puede amar a alguien si no se ama a sí mismo. Por ejemplo, tú no le crees a una persona pesimista, derrotada y mal arreglada que dice amarte. Por el contrario, sí le crees y agradeces el amor de alguien que se preocupa por su apariencia y se esfuerza por superarse. Alguien que se ama es capaz de ofrecer amor a otros. Quien no se aprecia, es mentira que apreciará a otros porque no puede dar lo que no tiene.
Amar a Dios con nuestra mente
El amor se siente, se piensa y se puede controlar, aunque es difícil porque dejarse llevar por los sentimientos es más cómodo. Sin embargo, sí podemos escoger a quién amar. Siempre hablo del amor de los jóvenes porque son quienes más se dejan dominar por sus emociones. Las jovencitas creen que morirán si no se casan con el joven guapo que les gusta, aunque no tenga cómo sacar adelante un hogar, y los jóvenes pueden llegar al borde del suicidio si no son correspondidos por la niña bonita que no sabe ni cocer un calcetín. Debemos ser inteligentes y escoger pareja con la cabeza, no sólo con el corazón. Busca amor a Dios, honra y responsabilidad antes que nada. La mamá de Sonia, mi esposa, nos exigía llegar siempre a las nueve de la noche cuando éramos novios. Muchas veces no queríamos y era incómodo pero siempre respetamos esa orden porque era la mejor forma de sustentar nuestra relación sobre bases sólidas que luego nos ayudarían en el matrimonio. Yo no podía motivar la desobediencia en Sonia, porque luego como su esposo, le pediría obediencia. Ambos nos sujetamos a sus padres para demostrar que luego seríamos capaces de sujetarnos en nuestra vida conyugal. Hay que amar con el corazón y con la mente. Escucha consejos que van directo a tu cabeza y te ayudarán a decidir mejor.
Romanos 8:28 recuerda: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Amar a Dios con nuestra mente se expresa de dos formas: primero, significa tener pensamientos puros, honestos, honrados y decorosos. No puedes decir que lo amas y ves con lascivia a cada jovencita que pasa frente a ti. Segundo, significa pensar bien de Él, o sea, confiar en que todo obra a bien porque le amamos y lo demostramos con nuestra vida de acuerdo a Sus propósitos.